miércoles, 23 de junio de 2010

día 22

otra vez casi se me pasa el día sin tiempo para escribir. me dormí tarde, entre el libro, las morning pages de ayer, leer un poco el libro de mooji y la lluvia, que me hizo levantar a vaya uno a saber que hora para cerrar las ventanas y entrar la ropa que estaba en el balcón. la mitad de mi cama estaba mojada, hacía demasiado calor para taparse pero demasiados mosquitos para destaparse, al final recordé que había por ahí cerca un frasco de repelente y ahí la cosa mejoró.
llovió intensamente toda la noche y la mañana también, como a las 6 m se despertó. habíamos hablado de tomar el bus de las 7 am.
pero afuera caía una catarata furiosa, yo me moría de sueño y la verdad es que no hacía mucha diferencia tomar el bus de las 12.30, así que no costó mucho convencerlo.
dormí una hora más, a las 7 abrí los ojos, manoteé la pc, fm me confirmó que andaba la internet, mandé el libro, miré el resultado de partido, argentina ganó 2 a 0 a grecia. miré una nota en un diario online: la firmaba un tal nicolás ballinoti. loquísimo, es un pibe que conocí en isla del sol, y creo que me había gustado, obviamente no me había dado bola. loquísimo que recuerde su nombre, creo que no lo hubiera recordado si no lo hubiera leído.
le pregunté a m donde compró la chalina de seda que me regaló: es de dharamsala. me la pongo, me gusta. está fresco afuera, sigue lloviendo.m se fue a desayunar, yo salí atrás de él, fui a comprar un pan y unas frutas. lo volví a encontrar en otro bar, el de siempre estaba cerrado tan temprano. pagó carísimo por un sandwich, volvimos, pagamos el hotel, colgamos un rato de charla. está otra vez con este ánimo feliz que le sienta de maravillas. le digo que si siempre estará así, es un peligro. no me animo a decirle que si está siempre así, me enamoraría de él, pero lo pienso. él dice que éste es él. y cuando es él, es encantador.
me siento honrada en algún punto porque se permita ser él en mi presencia. le pregunto si es así en estocolmo, dice que no. no sabe que pasará cuando regrese, si podrá ser este nuevo él, si tendrá lugar.
descubro la diferencia entre el que conocí en bangkok y el de ahora. éste está vivo.
ríe, sonríe, no se toma en serio, hace el ridículo, dice tonterías. se ha sacudido la mente, se sacó el traje de la intelectualidad. está desnudo, libre.
vamos a tomar el bus, queremos agarrar el bus local, que es más barato. mientras esperamos que salga, le cuento que ayer estuve un poquito triste pensando en que vamos a separar nuestros caminos. le digo que ha sido una experiencia interesante viajar con él, él dice que mucho. no me molesta estar triste, para mi es una buena señal, es señal de que algo me ha dejado marca. le cuento mi parte preferida del principito, cuando se despide del zorro y él le dice que aunque esté triste igual gana por el color del trigo. él me cuenta la historia de un maestro zen que se harta del desapego y decide "apegarse" a todo. yo soy un poco así, confieso. me gusta la intensidad. y sé que voy a estar un poco triste cuando nos despidamos, y que luego se me va pasar.
nos sentamos en asientos separados, los asientos siempre son chicos y las piernas nos entran ajustadas. pero después el bus se llena, así que compartimos el asiento.
hacemos una parada en un mercado, bajo a comprar unas bananas. están muy caras, detrás mío viene el chofer del bondi y compra algunas. yo sigo para adentro del mercado, compro unos choclos y unas bananas asadas. cuando vuelvo a subir, m está terminando de comer una banana. me dice que el chofer le dio dos. está terminando de comer la segunda, me ofrece la mitad, yo respondo que sí pero no me entiende y engulle lo poco que queda. que distintos que somos, le digo. obvio que si tenés dos bananas es una para cada uno, por eso el chofer se las dio, porque sabia que yo queria comprar. él dice que no está especulando que alguien le dé, que en su país uno paga los impuestos y el gobierno se encarga de repartir, lo cual lo exime de la culpa. sé que no es nada personal, ni siquiera de él, es más bien algo cultural, pero no deja de sorprenderme. sé que no es nada personal, ni siquiera de él, es más bien algo cultural, pero no deja de sorprenderme.
paramos otra vez, yo me estoy meando, bajo a los yuyos directo. me incrusto dentro de una planta que me deja el pantalón lleno de espinitas. cuando vuelvo a subir le pido que me ayude a sacarlas. al principio se resiste, después se pone con paciencia a sacarlas, una pierna cada uno. quiero hacerle un chiste, como que me estoy calentando con su mano ahí, pero no la quiero embarrar, hay mucho riesgo de confusión.
hablamos de los tiempos de viaje, me dice que no sabe cómo hacen los irlandeses para viajar un año juntos. que él cree que no podría viajar por tanto tiempo con nadie por bien que se lleve. yo viajé 4 meses con h, dos con j, y ahora vendrán otros más con j también. estoy mansa, creo, estoy mucho más mansa y eso hace que pueda adaptarme más a otros. él dice que viajó 6 semanas con su ex y no estuvo mal, pero que no cree que le resulte por mucho más tiempo.
está incomodo, cambiamos de asientos, me toca la ventanilla y él estira las piernas hacia el pasillo, es alto aunque no parece, un metro ochenta y algo. me dice que le duele el culo del asiento, quiere dormir y la cabeza le cuelga como un péndulo.
le sugiero sentarnos como lo hacíamos con jonathan (aunque no le digo que lo hacía con jonathan, claro), yo de costado con las piernas abiertas y él en el medio, recostado sobre mí. le advierto es que es una posición que requiere demasiado contacto para los estándares suecos, sonríe. al final, probamos, se recuesta sobre mí en toda su extensión, su cabeza sobre mi hombro. me aplasta un poco, pero me gusta esa presión.
se queda un rato, quizás se duerme, no lo sé. después sugiere cambiar, así que a mí me toca estar sobre él. es cómodo, se siente cómodo.
llegamos, está contento, lo puedo sentir. su alegría me contagia instantáneamente. encontramos enseguida el hotel que buscamos, nos dan una habitacion tipo dormi con 3 camas, no sabemos quien será el próximo habitante. en la puerta del hotel está chris, el suizo que nos venimos cruzando desde pakbeng, con laura, una holandesa que conocimos en vang vieng. ella deibera venir con una perilla de volumen. me altera bastante. vamos a cenar, hablo con vicky, viene, vamos a un bar caro en el que no pido nada. es rara la situación con vicki, no me cae mal, resulta que tambien trabaja en comunicacion, pero siento que somos de universos diferentes. estamos vicki, chris, una chica alemana, m y yo. bueno, m no está ahí, medio que yo tampoco. la reunión se muda a una pizzería, después a la puerta del hotel. hacemos planes para mañana, miro mi correo, resulta que el libro no llegó, lo envío otra vez, me escribió tejedora un mail hermosisimo, le dije que queria ir a visitarla por un tiempo largo, me hace ilusión pasar unos meses en cachi cerca de ella, me cuelgo con la idea, sé que lo haré, ya veremos cuando.
volvemos al cuarto, le pregunto como está, siento que no está. le digo que es distinto cuando está conmigo que cuando hay más gente. él dice que sí, definitivamente, está más relajado. supongo que sabe, o siente que no lo juzgo, que no me asusto. más bien por el contrario, lo prefiero así. mañana cumplimos un mes juntos y además, es nuestro último día.

No hay comentarios: