sábado, 19 de junio de 2010

día 18

pasaron tantas cosas que no tuve ni tiempo de escribir. es extraño, porque no hacemos casi nada. pero el día se pasa, un poco con las fotos, las charlas, la nada.
me cuesta reconocerme en este no hacer nada, pero no me sienta mal. paradójicamente estoy durmiendo muy poco, me despierto muy temprano sin el depertador.
viernes a la mañana, m duerme, salgo a comprar unas frutas. hago media cuadra y me encuentro con edo, un italiano que también conocí en N6. estaba alquilando una moto. (tengo la impresión de que esto ya lo escribí, pero no tengo modo de comprobarlo porque ahora la internet no anda.) hablamos un rato, me paso data del sur de laos, me invitó así como al pasar a acompañarlo en la recorrida pero mucho no insistió, así que no me anoté. sin embargo, pensé en que hubiera pasado con m. si lo hubiera dejado colgado todo el día. probablemente nada, quizá se hubiera alegrado de tener un día para él solo. en fin. quedamos en encontrarnos a cenar y nos despedimos.
volví con mis frutas, cuando llegué m recién se despertaba, se fue a desayunar. desde el primer día encontramos este bar restaurant que vende licuados baratos y se ha transformado en una rutina ir ahí. a veces me tomo algo, en general no, pero el otro día pedí uno de menta y jengibre que estaba buenísimo. yo me bañé, y después colgué haciendo vaya uno a saber qué, m. volvió, seguimos en la misma tesitura de hacer sin hacer, o de sin hacer pero haciendo. de pronto la tarde se escurre como agua por la rejilla, tenemos hambre, vamos a cenar. intentamos un lugar, después otro frente al río. es caro, bueh, caro normal para el promedio de laos aparentemente, pero caigo en cuenta que estoy ahorcando mi presupuesto estos días. le digo a m que si quiere cene ahí, que luego me consigo algo más tarde. mi cuerpo está funcionando raro, pero bien. como frutas durante el día, tampoco muchas porque son caras, mucho más caras que en tailandia, excepto por los ananás, que son dulcísimos como de lata y asequibles. bueh, así que son frutas durante el día y después la cena, tipo 8. algunos días me estoy muriendo para esa hora, pero en general no, y lo llevo bien. éste era uno de esos en que no, podía darme el lujo de esperar para cenar más tarde. m dijo que no, vamos a otro lado. le pedí disculpas, es medio choto viajar alguien con poco presupuesto porque te acorta mucho las opciones. él dijo "ni un problema, si hubiera querido cenar ahí lo hacía, pero no muero por ello".
probamos en una miniatura de mercado local donde nada nos convencía, y luego en un restaurante local, donde resultó que los precios eran tan caros como en los demás.
seguimos buscando, pasamos por un lugar que estaba lleno, pispeamos el cartel y descubrimos porqué: precios imbatibles, ja!
nos conseguimos una mesa entre las hordas de niños ingleses a punto de borrachera, ordenamos unos curries y nos sentamos a dejarnos atrudir por la música y el barullo.
antes de que llegara la comida descubrimos que en la mesa de al lado están finnola y karl, un pareja de irlandeses que conocimos cuando fuimos a la cascada. nos cambiamos de mesa, ellos están con una pareja de holandesas y una holandesa más "suelta". ella es super bonita y le da charla a m. no diría que me da celos pero entretanto finnola me deja sorda contándome cosas que mucho mucho no me interesan. cervezas, buckets y cigarrillos, nos vamos cambiando de asiento a lo largo de la noche, porque las chicas se van a bailar. m. termina a mi lado, está un poco borracho, o alegre, o en el punto justo de relajación que te afloja la lengua. ya habíamos hablado de que él estaba cambiado desde que llegamos a vang vieng y que estábamos disfrutando de pasar tiempo juntos otra vez. pero esta vez agregó que estaba pasando el período más extraño de su vida. reconociendose, aprendiéndose, descubriéndose. y que en consecuencia, éste, exactamente éste momento que compartimos. es el punto de su vida en que ha sido menos "easy going" y justo me toco a mí. yo, más bien por el contrario, le dije que probablemente estaba en el período más easy going de la mía. quizás son esas las lecciones que tenemos que aprender.
yo tengo ganas de besarlo. y no sé muy bien porqué, pero me nace. pero puedo sentir que él está en otra sintonía, está en otro lugar. está acá, conmigo, pero en otro lugar muy diferente del que yo estoy. estamos sentados uno al lado del otro, y tenemos que acercarnos para escucharnos, el ruido es infernal, pero nuestra charla fluye bellamente, inalterable, hay un universo comunicacional que nos une, un código común que desoye que somos de extremos opuestos del mundo.
volvemos, estamos los dos algo borrachos, sguramente él más que yo, la charla sigue cada uno desde su cama, él sigue con las excusas, yo me pongo algo rígida. pero es que, bueh, pará, sí, vos estás en un período de cambio, pero quién no? eso no te libra de culpa, no te exime de saber que hay otros que están siendo afectados por tu comportamiento. entretanto, la tormenta ruge afuera.

No hay comentarios: