lunes, 21 de junio de 2010

día 20

podría haber despertado con los ojos hinchados y el ánimo destruido, pero no. amanecí otra vez ridículamente temprano, 8 y algo (considerando que me había acostado a las 4, es muy poco), estoy durmiendo casi nada estos días pero no parece tener efectos en mi cansancio ni en mi ánimo.
obviamente m dormía, me bañé y me fui a comprar unas frutas. quería también comprar una baguette. m había comprado unos quesitos y todavía quedaban un par, y había sugerido que podíamos desayunar eso. yo últimamente no como nada más que frutas a la mañana, pero un poco de pan no me parecía mala idea. así que compré baguette, bananas, tomates cherry y un ananá chiquito, y volví con la ilusión de un desayuno fatto in casa. en el camino encontré a m sentado en el bar de siempre, engullendo su religioso sandwich y su licuado de limón. las cosas nunca salen como uno las planea.
me senté, me pedí uno para mí de ananá, me pregunto como estaba. yo estaba asombrosamente bien, como si la noche anterior hubiera estado de fiesta y no llorando con mi ego deshecho entre las manos. él acusó un poco de resaca, hablamos de alquilar una bici. me preguntó si me iría hoy a vientiane, y quizás debería. bueno, debería, si después quiero ir a pakse y si pahn do y todo eso y después volver a subir para ir a china a tiempo para encontrarme con j, debería. también puedo ir en unos días, tramitar mis papeles sin ir al sur y volver a subir. m me pregunta si iré y volveré en el mismo día, la verdad es que mucho sentido eso no tiene, es mucha plata.
es que tampoco hay nada en vang vieng que tenga que hacer que me obligue a quedarme, el mayo encanto de este lugar creo que es la hermosa habitación que tenemos.
él dice, podés ir y volver, ir y nos encontramos el miércoles cuando yo voy, o vamos el miércoles directamente. el tema es que si yo voy sola, encima que ahora vicky no está ahí, no me voy a quedar. puedo ir, iniciar el trámite y seguir para el sur, y pasarl oa buscar a la vuelta, pero eso implicaría que ya no nos veamos nunca más, porque el viernes él se va a tailandia. no es nada dramático tampoco no verlo más, bueh, quizá un poco sí, es fácil acostumbrarse a algunas cosas y supongo que, aunque en muchos momentos lo haya querido matar, igual lo voy a extrañar. en estos días se cumple un mes desde que nos encontramos en pai, y no es poca cosa. el otro día me contó que durante sus 5 meses de viaje no viajó con nadie excepto con una semana con su amiga india. yo soy la persona con quien ha pasado más tiempo en estos meses, y aunque en india yo tuve unos cuantos compañeros de viaje, excepto por j, m es mi compañero de viaje de más larga duración. y eso es algo que quiza ralentiza un poco mi partida, sin mencionar el hecho de que la inercia suele ser la ley fundamental de mi comportamiento.
también hay otro factor, que es la chance de diseñar una página para este hotel en que estamos ahora. todavía no hice nada al respecto pero quizás puede andar. eso me implicaría quedarme uno o dos días más pero ahorrar bastante dinero, no estaría mal.

finalmente decidimos alquilar bicicletas, aunque nos costó arrancar. salimos pasado el mediodía con un calor húmedo y pegajoso. la ruta pedregosa convertía mi cuerpo en un sonajero. entramos en un desvío para ver una cueva, el camino era aún peor, piedras, subidas, bajadas, calor. estamos ensopados. llegamos a la cueva, adentro está fresco, tenemos una linterna muy mala, nos escurrimos detrás de un trío que va delante nuestro pero sus linternas tampoco ayudan mucho, no sabemos muy bien que es lo que hay para ver, tras intentar caminar acurrucados por una rendija a 45 grados, decidimos salir.
otra vez la ruta coctelera, hay que bajar de la bici y caminar. volvemos a la ruta principal, la promesa de una laguna azul al final del camino nos mantiene vivitos y pedaleando, el camino mejora sensiblemente, alrededor hay cielos reflejados en los arrozales.
cruzamos un puentecito de ensueño, abajo un río verdiazul ronronea manso, compramos un ananá, seguimos pedaleando, pasamos por unos pueblos, sabaidee.
llegamos a la caverna y lago, que no es lago sino río, a un lado del puente el agua está llena de púberes ingleses, del otro lado solo el río para nosotros.
m. no es muy amante del agua, chapuzón y sale, yo me quedo flotando un rato, dejándome acariciar por la corriente. nos sentamos a cantar y charlar un rato, nos quedamos dormidos, m tiene ganas de emprender la retirada, si igual no tenemos nada que hacer allá tampoco, prefiero estar acá. subimos a la caverna, ni idea teníamos que serían tantos escalones, casi hay que subir toda la montaña, una vez arriba otra vez no tenemos linterna pero es enorme y entra luz. tiene una acústica increíble, canto el ave maría sólo para probarla. no nos metemos muy adentro, la linterna es casi inútil y estamos con poco ánimo explorador. bajamos y otra vez al agua, serán pasadas las 5 cuando empezamos a regresar. que feliz me hace pedalear, voy cantando a todo lo que dan mis pulmones. pasamos otra vez por el puentecito de ensueño, m sugiere que cenemos ahí, sino fuera porque pronto estará oscuro suena genial.
la gente es superamable, charlamos sobre fotografía, m dice que con mi talento debería comprarme una cámara mejor. terminamos de comer, apuramos la pedaleada, ya no queda nada de sol, no es muy fácil con las rocas pero ya casi llegamos, las cosas en el canasto de la bici saltan como poseídas, voy perdiendo las frutas que compré como una gretel a pedal.
antes de cruzar el puente sacamos unas fotos, ya está oscuro pero ya estamos de regreso. ya sobre el asfalto yo elijo seguir con la pedaleada un poco más, la bici y yo nos merecemos pedalear sin saltar, romancear un rato sobre terreno amigable. cuando vuelvo, m me espera bañadito y listo, vela y vinito en el balcón.
y sí, obvio que una piensa como puede ser que casi tan perfecto todo pero. y sin embargo, este "es lo que hay" es bastante bueno. y elijo disfrutarlo así.

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